Entre los años 1926 y 1934, Edward Bach, investigador, médico bacteriólogo y homeópata inglés, desarrolló un sistema terapéutico basado en el uso de 38 remedios, todos extraídos de la naturaleza. Estas 38 esencias, preparadas con flores y brotes frescos (a excepción de Rock Water) son un precioso resumen de las energías y cualidades divinas y humanas.
Bach tenía una visión profunda de la vida y la humanidad. Una perspectiva filosófica que sostiene y fundamenta su sistema floral. Él entendía la experiencia humana como un pequeño paso en un largo camino de evolución, donde el alma, nuestro verdadero ser, tiene como objetivo principal expandirse en el mundo y expresar su potencial.
La personalidad es el vehículo energético encargado de permitir este desarrollo. Al ser la contraparte de la naturaleza combinada del hombre (divinidad/humanidad), permite la experimentación del alma en un escenario que la impulsa hacia su expansión.
Sin embargo, en el camino hacia la perfección del ser, existen una serie de obstáculos o limitaciones que “desvían o desconectan” a nuestra personalidad de la dirección propuesta por nuestro YO Superior, interrumpiendo el flujo o la comunicación entre ambos. Así, nos volvemos “sordos” a nuestro verdadero ser, dando paso al conflicto y a la enfermedad.
Las flores de Bach permiten disolver los defectos de la personalidad y equilibrar estados emocionales negativos que dificultan el alcance de nuestros objetivos espirituales.
Cada esencia, constituye un potente catalizador que impulsa todo lo necesario para activar una fuerza interna hacia el descubrimiento de nuestra verdadera naturaleza.
El sistema está compuesto por 38 esencias divididas en:
Tipologías de Personalidad
Energías Básicas del ser Humano
Estados Emocionales Cronificados. Estas fueron organizadas a su vez, por Edward Bach, en 7 grupos emocionales con la idea de simplificar su utilización.